Te tengo una pregunta: ¿qué pasa por tu mente cuando imaginas Tijuana? Más allá de las ideas, prejuicios y mitos que nos podamos crear, existe una ciudad mágica llena de oportunidades, trabajo, amor y gente luchona.
Nadie conoce mejor a un mexa que otro mexa. Nosotros decidimos ir hasta Tijuana y vivir como ellos viven día a día, conocer sus historias y compartirte información de primera mano en una lista de ocho hallazgos clave que nos muestran la realidad de esta ciudad y las oportunidades tan grandes que encontramos en ella.
Sigue leyendo y descubre una perspectiva distinta de la vida en el norte de nuestro país.
Cuando alguien llega a Tijuana descubre que es una tierra que te da la oportunidad de hacer de todo. Aquí el tiempo se mide diferente y se aprovecha. Las personas descansan, juegan, bailan y, si se puede, hasta trabajan doble porque aquí la energía nunca se agota.
Contrario a lo que se piensa, las personas no solo van a Tijuana para irse al otro lado, pues al llegar ahí se dan cuenta de todo un mundo de posibilidades. En este lugar hay espacio para todos, te reciben con los brazos abiertos y te hacen uno de ellos.
La mentalidad de hacer negocio se extiende por donde sea, y es que en cada esquina puedes encontrar algo diferente: desde el Burro Zebra, los marchantes vendiendo fruta de a 20 pesos la bolsita y personas de la tercera edad cantando de todo, hasta la señora que vende joyería con laminado brasileño que un día está en la “Revu” y al otro en la Avenida Constitución.
No, Tijuana no es un rancho. En realidad es una ciudad bastante cosmopolita. Descubrimos que es un cruce vibrante de lo local y lo global. Aquí te arropan con chilaquiles de 20 salsas, fuentes de soda estilo gringo y artesanías de cuero para vaqueros, viajeros y motoristas.
Sin duda un espíritu cosmopolita, atrevido y hospitalario en cada detalle.
Historias como la de un joven de 28 años que lo dejó todo para empezar de cero en Tijuana. Formó una nueva familia, abrió un negocio junto a su pareja y también encontró un lugar seguro para vivir sin miedo y con libertad.
O la de otro emprendedor que encontró en la ciudad el escenario perfecto para convertir su pasión por el servicio al cliente en un proyecto propio y construir un hogar junto con su esposa.
Tijuana se encuentra en la frontera con Estados Unidos, un espacio con una “línea” que divide un lado del otro. En esta línea una madre pinta mensajes para su hija que partió tras el “sueño americano”, dejando aquí a su familia.
Esa barrera, más que dividir, entrelaza aspiraciones: cada día la cruzan quienes trabajan en el norte y regresan a dormir a Tijuana, y quienes vienen del otro lado a divertirse o pagar por servicios que en Estados Unidos son más caros. Un límite que, al final, también es puente de vidas compartidas.
Las personas van “al otro lado” para ganar en dólares y gastar en pesos o incluso meterse a subastas, comprar coches, traerlos ya tuneados y venderlos aquí al doble o triple de lo invertido. Hablamos de gente que no ve barreras que puedan limitar sus posibilidades.
También hablamos de que el sueño no es dejar su país, sino tener mejores oportunidades, pero no solos.
Cuando los mexicanos se van al otro lado tienen un deseo en común: no irse solos.
Tuvimos una plática profunda con un mexicano de 56 años que sueña con cruzar a su hijo de siete a Estados Unidos. Para él, del otro lado la vida está buena: “allá nos educan a ser mejores ciudadanos y siempre hay quien te dé la quebrada”.
Quedó claro que la siguiente aspiración del migrante es llevarse a los suyos, compartirles una nueva realidad y no sentirse solo.
Aunque estés del otro lado, podrías pensar que estás en tu tierra. Desde el momento en el que cruzas la Garita de Otay o la de San Ysidro, tu gente te arropa: se comparten costumbres religiosas, se resguardan las historias de los que llegaron primero y el sazón, por supuesto, nunca falta.
Si llegas sin nada, el oficio que te daba de comer en México se puede replicar aquí, y así sales adelante.Perfectamente podría parecer que te encuentras en un mercado mexicano, pero no, estás en Estados Unidos.
Esta frontera es una auténtica tierra de oportunidades, que demuestra que las líneas pintadas en el mapa no frenan a quien carga sueños. Entre muros llenos de mensajes, dólares que rinden en pesos y oficios que se replican al norte y al sur, la gente forja nuevas familias, negocios y futuros sin perder el sazón ni la fe.
ada cruce es una segunda oportunidad y cada regreso confirma que la identidad se expande; más que un límite, este lugar es la promesa de que siempre hay una puerta abierta para quien se atreve a tocarla.